Te quiero viejo
porque somos distintos
pero siempre iguales.
Te quiero por el sacrificio perpetuo
de tu día a día;
porque la memoria
nunca me ha fallado
y recuerdo tus sabias palabras.
Te quiero padre
porque nunca me falto
la sonrisa ni el llanto;
porque el reto fue justificado.
Te quiero porque a veces
no me gusta tu caracter
pero lo necesito.
Te quiero por ese humor
inconfundible, audaz y espontaneo.
Te quiero viejo porque te quiero
porque eres mi padre
vestigio vivo de una novela inconclusa
jamás escrita, de mi familia y mi sangre.
Te quiero sin escusas
pero con razones.
Te quiero por todas las cosas que tengo,
por las que no tuve
y las que nunca me faltaron.
Te quiero viejo porque te quiero
y gracias a la vida
no tengo ninguna razón
para no quererte.
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